Gerardo Hernández Nordelo, secuestrado en la prisión federal de máxima seguridad de Victorville, en el desierto de California, supo de la muerte de Nelson Mandela y sintió la necesidad de rendirle homenaje, hacer algo que, para él, representaba un esfuerzo extraordinario, una proeza más de las muchas que colman su existencia cotidiana. Gerardo, entre otras privaciones, sufre duras limitaciones para comunicarse con el mundo exterior. La correspondencia postal suele demorársele semanas enteras, incluso meses, como consecuencia de la censura que obliga a sus carceleros a revisar cuidadosamente cada palabra suya o destinada a él.
via Cubadebate http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/12/25/mandela-y-el-homenaje-de-gerardo/
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