Me han contado que abuelita y mamá hacían empanaditas de queso en las madrugadas para pagar sus zapatillas de ballet. De niña, le caía noche encima cenando en cacharros plásticos y bancos viejos de algún parque de La Habana, porque –el apetito- no le daba chance para llegar a casa después de clases y ensayos a deshora. Supe que –hace muchos años- el maestro Fernando Alonso le regaló su cariño incondicional; y cuando –aun hoy- la profe Loipa Araujo alza su voz para señalarle, se le atora un nudo en la garganta.
via Cubadebate http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/10/29/el-regreso-a-la-sensibilidad/
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