Se suele culpar a la vida de nuestras melodías. Ese es un estribillo de mortales. Las canciones son de otra raza y ¿de qué se van a alimentar sino de la ficción? No hay otra cosa que las sacie. Engordan de lo que guardan remotos almacenes a cuyos inventarios no tenemos acceso, pues tienen llaves fugitivas. Las cerraduras están en cualquier parte. A veces un aroma tenue, llegado de la infancia, abre una hendija a esos lugares.
via Cubadebate http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/10/20/senora-de-los-suenos/
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