A toda mi generación le pasaba algo así. Muchos todavía éramos niños cuando triunfó la revolución. La conciencia de haber tenido una edad límite que nos había privado de combatir por nuestra libertad fue como otro “pecado original” que arrastramos hasta que apareció nuestro momento. Acaso por eso mi rostro emerge de las olas con una sonrisa para nada distinta a la de mi familia, mientras pienso: “Menos mal que la Historia, Neto y Fidel nos dieron la oportunidad de arder en África, en Angola, y que luego la moral de Mandela lo certificó”... y vuelvo a zambullirme.
via Cubadebate http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/11/19/memorias-de-angola/
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