Cuenta Esopo en una de sus fábulas, cómo un granjero, molesto por pequeños daños de animales nocturnos en su sembrado, terminó perdiéndolo, pues ató una antorcha a la cola de un zorro, que espantado por el dolor, corrió incendiándolo todo. La enseñanza alerta sobre excesos y se aplica al drama de Ucrania como uno de los llevados hacia un perverso destino, colocando veneno donde son necesarios atinados medicamentos.
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