Trescientas jaulas, que no celdas, cubiertas de yerbas altas, polvo y algún rastro animal forman parte hoy del recuerdo del que fuera el primer escenario de la prisión de Guantánamo, el Campo X-Ray, un lugar aún siniestro que no puede sacudirse la palabra "tortura". Desde enero de 2002 hasta abril de ese mismo año, 311 presuntos terroristas vinculados a los atentados o a la red de Al Qaeda permanecieron allí, al sol. Bajo la uralita. En jaulas de apenas 6 metros cuadrados que compartían verja entre sí.
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