Todos nos convencimos de algo: un sopor aislado nos trajo el tremendismo. Una muerte es siempre tremendista, cruda,a expensas de la moral. García Márquez ha muerto en México. Sin miedo cierra los ojos. Ha leído a Schopenhauer: entre el sueño y la muerte no hay diferencias radicales, ni el uno ni la otra ponen en peligro la existencia.
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